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Consecuencias Psicológicas de la Infertilidad

Los problemas de infertilidad están siendo cada vez más frecuentes en la sociedad, especialmente en las sociedades más desarrolladas. Se define la infertilidad como la incapacidad para concebir después de un año de mantener relaciones regulares no protegidas.
Cuando una persona o una pareja se enfrentan a esta situación, supone un impacto estresante, una crisis vital, y tener que enfrentarse a un proceso  complejo de toma de  decisiones.
Es fácil de entender el impacto psicológico en una pareja cuando conocen que tienen un problema de infertilidad. Ante el deseo de tener un hijo, la mayoría de las personas tienen la creencia de que cuando lo intenten lo van a conseguir de manera natural, ya que existe la creencia de que la procreación es un proceso voluntario, que se pude conseguir. Por tanto, cuando la pareja se enfrenta a este problema, aparecen reacciones de sorpresa, desconcierto y cierta frustración por no poder llegar a conseguir el deseo de ser padres.
Pero dicho impacto, no es igual ni en todas las personas, ni en las diferentes fases por las que se va pasando a lo largo de un tratamiento. De hecho, existen muchas personas que presentan un buen nivel de ajuste emocional y disponen de recursos adaptativos  adecuados para afrontar el problema y el posible tratamiento, por lo que no tendrían  las dificultades psicológicas que presentan otras personas. Nos vamos a centrar en este grupo, más vulnerable al impacto psicológico.
Existen algunas variables que pueden ser moduladoras del impacto psicológico de la infertilidad.
Algunas de estas variables son:

  • El ajuste emocional que presenta la persona y la pareja.
  • Disponer de recursos psicológicos adecuados para poder afrontar las  fases  del proceso (diagnóstico y tratamiento).
  • Características sociodemográficas (edad, género, hijos).
  • Características del problema y el tratamiento (diagnóstico, tiempo intentándolo, tratamientos que han recibido).

En las características sociodemográficas, señalamos la edad, las parejas son conscientes de que a mayor edad la fertilidad se puede ver afectada, convirtiéndose por tanto en un fuerte estresor.
Por otro lado, según los estudios realizados, las mujeres presentan una mayor dificultad para aceptar el problema, presentando más ideas obsesivas sobre el embarazo, mayor sintomatología ansiosa y depresiva.
Tener otros hijos, permite que el impacto emocional sea menor, lo que no significa que no presenten síntomas de afectación emocional.
Para poder entender mejor como es el impacto emocional y el desajuste que se puede producir en muchas personas cuando se enfrentan al proceso de tratamiento por un problema de infertilidad vamos a describir brevemente en qué consiste todo el proceso.

FASE PREVIA AL DIAGNÓSTICO

Las parejas llevan un tiempo intentando conseguir un embarazo, lo que supone un cierto “vaivén” de emociones, sentimientos positivos, expectativa de conseguirlo, ilusiones, y ante la no consecución, van apareciendo  sentimientos de pena, tristeza, decepción, frustración, entre otros. En muchos casos cada mes que pasa sin conseguirlo, va provocando esta pequeña “montaña rusa” de emociones. Algunas mujeres se desaniman cada vez que tienen la menstruación, e incluso muestran conductas “obsesivas”, chequeándose los síntomas que tienen por si pudieran estar embarazas, hasta que comprueban que esa vez tampoco lo han conseguido.
Dependiendo de diferentes factores (edad, tiempo que llevan intentándolo y sobre todo el  fuerte deseo y expectativas de tener un hijo), la pareja toma la decisión de acudir a un profesional, acuden a su ginecólogo, quien, en función de la valoración clínica que realice,  puede remitirles a una clínica de reproducción asistida.
En este momento, la pareja puede mostrar cierto desconcierto, inseguridad por desconocer en qué consisten los tratamientos, y especialmente tienen que tomar una decisión, (seguir intentándolo ellos por sus propios medios, realizar un tratamiento, renunciar a tener hijos, plantearse la adopción…), en este momento las personas pueden tener un cierto impacto emocional, que les puede generar una  crisis personal.
Si la pareja decide acudir a una clínica de reproducción, acuden con cierta incertidumbre,  inseguridad, pero también aparece algo  que va a ser muy frecuente a lo largo del tratamiento, y es la “EXPECTATIVA” de poder conseguirlo, lo que  provoca  que aparezca  de nuevo la ilusión y cierta alegría.
Pero, realizar un tratamiento de reproducción asistida, no garantiza el que se pueda conseguir. Cada caso es distinto, los tratamientos también, y aunque son extraordinarios los avances científicos y tecnológicos que se han producido en los últimos años en el campo de la reproducción asistida, no siempre se llega a conseguir el objetivo, o se consigue después de muchos intentos de tratamientos, con el desgaste que esto va produciendo en esas personas.
Al acudir a la clínica de reproducción, se revisará su historia personal y a partir de este momento se les indicará la realización de unas pruebas para poder realizar el diagnóstico en cada caso. (Analítica hormonal, estudio de la calidad del semen, ecografías vaginales etc.).

DIAGNÓSTICO

Una vez que los profesionales de  la clínica de reproducción asistida han realizado el estudio del caso, hablan con la pareja y les explican el problema que puede presentar y el tipo de tratamiento indicado para ellos.
Aunque existen diferentes tratamientos, nos vamos a centrar en la FIV (fecundación in vitro), la FIV-ICSI (fecundación in vitro con inyección intracitoplasmática). Estos tratamientos consisten en estimular con fármacos los ovarios, de forma controlada, y conseguir un número mayor de ovocitos maduros en un mismo ciclo, si se consiguen, se extraen los ovocitos, se realiza la fecundación “in vitro” en el laboratorio  y posteriormente se realiza la transferencia de los embriones que se han conseguido al útero. Todo este proceso lleva varias semanas, y además de las consecuencias emocionales que tiene cada una de las fases del tratamiento, el proceso se puede tener que cancelar en algunas de las fases por no conseguir lo que se espera. Este dato es especialmente importante, para poder entender el coste emocional que las personas pueden tener en el tratamiento. A continuación lo vemos con detalle.

TRATAMIENTO DE FERTILIDAD

Cuando la pareja ha sido informada del tipo de tratamiento y en que va a consistir, aparecen expectativas muy positivas sobre la posibilidad de conseguirlo, mejorando significativamente el estado de ánimo, y aunque en la primera fase del tratamiento, la mujer se somete a un tratamiento farmacológico para realizar la estimulación ovárica, que en algunos casos, pueden presentar algunos efectos negativos (a nivel físico y emocional) en general esto no repercute de forma negativa, influyendo mucho más en positivo la expectativa de llegar a conseguir el embarazo.
En algunos casos, es necesario suspender el tratamiento en esta primera fase por una mala respuesta ovárica, y aunque el porcentaje de estos casos es bajo, cuando se da, la persona sufre unas consecuencias emocionales, como son desánimo, desorientación, tristeza.
Si todo va bien, y se va avanzando en el tratamiento, la esperanza, la ilusión y el optimismo van en  aumento, se pasa a la fase  de extracción de los ovocitos, la fecundación in vitro y la posterior transferencia de los embriones al útero. En estas fases la carga emocional es fuerte, generando respuestas de ansiedad, ante la expectativa de cómo se va desarrollando todo el proceso, (el número de ovocitos que se producen, el tamaño que tienen, el momento de la extracción, si se produce la fecundación, y el momento de la transferencia de los embriones). En todo este proceso es fácil entender algunas de las emociones por las que se va pasando, la ansiedad ante la espera, la ilusión de poder conseguirlo, la angustia ante las revisiones para comprobar cómo va evolucionando todo, el miedo ante algunas dificultades que pueden aparecer, y también, el sentimiento de fracaso, frustración, si  aparece alguna dificultad y se tiene que suspender.
El proceso por el que han pasado, ha supuesto un coste tanto físico como psicológico, además del coste económico que estos tratamientos pueden tener. Si se ha llegado con éxito hasta este momento, todo ese coste se “olvida”, pero si por el contrario no se ha conseguido, en este momento las repercusiones psicológicas son importantes, provocando en muchos casos un estado emocional con presencia de rasgos depresivos.
La “montaña rusa” de emociones por las que han pasado, unido a la decepción por el fracaso, explican esa importante repercusión emocional, pues aunque en todos los casos, los profesionales que atienden a estas personas, explican las dificultades que pueden existir, no garantizan el éxito del tratamiento, informan de que en muchos casos hay que realizar nuevos intentos…la realidad es que cada persona, cuando va avanzando en el proceso consiguiendo los objetivos que se esperan en cada fase, genera, comprensiblemente, la expectativa de poder conseguirlo.
El momento en el que se realiza la transferencia embrionaria, provoca en las mujeres una sensación de que ya lo han conseguido, ilusionándose con la idea de que ya están embarazadas, este es un momento especialmente difícil, es la fase de espera de resultados, es un periodo donde las dudas, la incertidumbre, el miedo, conviven con la ilusión, y el fuerte deseo de conseguirlo. Si al final, los resultados son positivos, todo el proceso con todos los costes, habrá merecido la pena, pero si esto no ocurre, las consecuencias psicológicas negativas, son importantes. Y en muchos casos, esas personas pueden necesitar de apoyo psicológico para poder hacer frente a  dichas consecuencias y recuperarse para iniciar un nuevo tratamiento, si fuese el caso.
De los procesos emocionales por los que pueden pasar las personas que tienen un problema de infertilidad, y se someten a tratamiento, destacaríamos:

  • sentimientos de culpa
  • baja autoestima y sentimientos de inferioridad
  • ansiedad
  • rasgos depresivos
  • afectación en la relación de pareja
  • afectación en la relación sexual
  • la “montaña rusa” de emociones que hemos comentado (expectativas de conseguirlo, ansiedad ante la espera, frustración y tristeza ante el fracaso, y recuperación para volver a intentarlo).

Por todo lo expuesto, consideramos aconsejable la intervención psicológica en las parejas que reciben tratamientos de fertilidad, especialmente en aquellas personas y en las parejas que presentan algunos factores que les hacen más vulnerables al posible impacto psicológico que los tratamientos pueden tener.

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