En las últimas semanas, algunos medios de comunicación han destacado los embarazos de algunas mujeres famosas que serán madres cerca de los 50. Hasta ahora se hablaba de mujeres “añosas”, refiriéndose a las mujeres que tienen su primer hijo alrededor de los 40, en alguno de estos artículos se introduce un nuevo término, el de madres “überañosas”, la traducción de über es “sobre, más allá”. Se están refiriendo a todas aquellas mujeres que van a ser madres “más allá” de los 40.
Personalmente, no me gustan estos términos, por la connotación negativa que pueden tener, de alguna manera se está diciendo que esas mujeres son mayores para ser madres. Todas las mujeres que se están planteando su maternidad o ya están embarazadas a partir de los 40 años, son conscientes de esa realidad, no son unas jovencitas, van a ser madres mayores, pero sin duda están ilusionadas y preparadas para afrontar un proceso lleno de ilusión, esperanza pero también de dudas y miedos.
Hay algo que no podemos olvidar, nadie escoge voluntariamente ser una madre mayor, generalmente, detrás de cada una hay una historia de intentos frustrados de embarazos, abortos, con las consecuencias psicológicas que esto tiene en ellas y en sus parejas. En otros casos el retraso en la maternidad viene como consecuencia de no haber tenido una estabilidad afectiva hasta ese momento y también están las mujeres que desean tener un hijo, en una nueva relación con una pareja más joven y ambos desean tener una familia. Cada caso es distinto, pero todas ellas comparten algo que es la ilusión por llegar a conseguir un embarazo, que en muchos casos puede ser complicado, precisamente por las dificultades asociadas a la edad, teniéndose que someter a tratamientos de reproducción asistida (T.R.S.), con las consecuencias que estos tienen tanto a nivel físico, psicológico y también económico.
Por todo ello, una mujer que decide ser madre a esas edades es una mujer valiente y segura de lo que va a hacer.
Existe el criterio medico, que en cada caso aconsejara a la mujer. La comisión Nacional de reproducción asistida recomienda limitar el acceso a tratamientos a partir de los 50.
La capacidad reproductora de la mujer va en descenso a lo largo de su vida fértil, los óvulos van descendiendo de una manera significativa a lo largo de los años. Y esto es una realidad que todos conocemos. Pero también es cierto que una mujer de 45-50 años en 2012, no tiene nada que ver con una mujer de hace un siglo. No solo ha variado la esperanza de vida de la población, también ha cambiado la actitud, una mujer de 45 o de 50 se siente joven, y mantiene una vida activa en todas sus parcelas, trabajo, relaciones sociales, inquietudes y por supuesto dispone de la seguridad personal y madurez que se consigue en el proceso vital.
Cuando una mujer se plantea que quiere ser madre en estas edades hay algo de lo que no podemos dudar, lo quiere intentar y está segura de ello, en la mayoría de los casos está preparada psicológicamente para intentarlo. Esto no significa que no tenga miedos, dudas e inseguridades, cuando inicia y avanza en todo el proceso. Algunos de estos miedos no son distintos a los miedos que presenta una mujer más joven ante el embarazo.
-Miedo a no conseguirlo. Cuando una mujer lleva tiempo intentando quedarse embarazada y no lo consigue, la ilusión se mezcla con el miedo a tener dificultades y no poder conseguir el embarazo.
-Durante el embarazo. En cada etapa del embarazo van apareciendo unos miedos, miedo a perderlo, (miedo que se incrementa si ha habido anteriormente algún aborto), miedo a que puedan aparecer problemas a lo largo del embarazo, tanto en el niño como en ella. Estos miedos se acentúan más cuanto mayor es la madre.
-Miedos al parto. Miedo a que puedan surgir dificultades o problemas que afecten al niño.
Por destacar algunos de los miedos más frecuentes y sin olvidar que en todas ellas están los sentimientos de ilusión, esperanza, alegría, felicidad…que siempre supone un embarazo.
En las mujeres de más de 40 años, surgen otros miedos que les pueden generar una especial ansiedad e inseguridad. Son conscientes de que la edad puede ser un problema y que pueden aparecer una serie de dificultades en el embarazo. Existe un seguimiento estricto de los embarazos, pero el temor está ahí.
Por otro lado, saben que van a ser madres mayores y en ocasiones dudan de la capacidad física para poder llevar a cabo la crianza. La angustia les aparece cuando anticipan un futuro a medio-largo plazo, afrontar la adolescencia de un hijo cuando se está próximo a los 60.
En algunos casos, madres entre los 45 y 50 años, coincide el cuidado del bebe con la transición al climaterio, con las consecuencias físicas y psicológicas que este tiene en la mujer.
Estos miedos están, pero la mayoría de las mujeres que se enfrentan a este proceso se sienten seguras y con fuerza para afrontarlo.
Destacamos también la presión social, en ocasiones se cuestiona la decisión de ser madres a esa edad.
Con frecuencia, cuando una mujer de estas edades se plantea tener un hijo, tienen que someterse a tratamientos de fertilidad para conseguirlo. Estos tratamientos han avanzado de manera importante en los últimos años y han permitido conseguir la ilusión de ser padres a miles de parejas en España, pero no están exentos de dificultades.
En un artículo anterior, hacía referencia a las consecuencias psicológicas tanto de los problemas de fertilidad como de los tratamientos. Hablamos de un proceso complejo, donde las expectativas por conseguir el embarazo van seguidas, si no se consigue, de frustración, angustia y ansiedad, además de las consecuencias físicas que tiene el tratamiento. Cuando la pareja tiene que realizar un tratamiento de fertilidad va pasando por diferentes fases que pueden un desgaste psicológico.
Existen diferentes tratamientos de fertilidad (inseminación, Fecundación in vitro), pero hay un tratamiento que provoca un impacto especialmente importante en una mujer cuando lo escucha por primera vez y es la OVODONACIÓN.
La ovodonación supone la obtención de ovocitos de una donante, estos ovocitos son inseminados con el esperma de la pareja (por fecundación in vitro) y una vez obtenido el embrión se transfiere al útero de la mujer.
¿Pero que supone para la mujer este tratamiento?
En un primer momento, hay una afectación importante, la mujer tiene que aceptar que sus óvulos no son de calidad, generando en ocasiones un fuerte sentimiento de culpa, tristeza, abatimiento, vacio. No olvidemos que en muchos casos, pueden llevar tiempo realizando otros tratamientos sin conseguirlo. Es comprensible el impacto emocional que esto puede tener.
En algunos casos, la propuesta de la ovodonación es rechazada por diferentes motivos. En otros casos, la pareja se toma un tiempo para tomar una decisión.
Si deciden realizar el tratamiento, a los miedos y dudas que pueden aparecer en cualquier tratamiento de fecundación asistida, la ovodonación provoca una serie de dudas y miedos que en muchos casos generan estados importantes de ansiedad y angustia.
A diferencia de lo que ocurre con otros tratamientos, las parejas que hacen ovodonación no se atreven a contarlo. Piensan que la sociedad acepta perfectamente otras técnicas de reproducción asistida pero creen que existe poca información sobre la ovodonación y posiblemente un rechazo.
Se preguntan quién será la donante y por qué decide hacer la donación.
Dudan sobre sus propios sentimientos, si le querrán, si le aceptarán…si puede darse un rechazo, estas dudas les generan sentimientos de culpa, de malestar.
Dudan sobre contárselo a la familia, a los amigos y en un futuro al hijo.
Estas son algunas de las dudas que puedan aparecer y que provocan angustia, ansiedad, además del coste emocional acumulado por el deseo frustrado de ser madre y no haberlo conseguido.
Por todo ello destacamos la importancia del apoyo psicológico en estos procesos, en ambos miembros de la pareja. Nuestra experiencia en CINTECO nos indica que ese apoyo psicológico en cualquier persona que realiza un tratamiento de reproducción asistida permite conseguir un nivel de estabilidad emocional que es de gran ayuda para afrontar adecuadamente las diferentes fases y dificultades que pueden tener dichos tratamientos.