LA SEXUALIDAD DURANTE LA VEJEZ
En la vejez, al igual que en otras etapas evolutivas, el impulso sexual se sitúa en el límite de lo psicosomático; no se conoce exactamente la forma en que está condicionado por el organismo. A pesar de ello, la sociedad en general piensa que la vejez es un período sin deseos ni actividad sexuales. “Los jóvenes no son los únicos que creen que la actividad sexual disminuye con la edad. Los mismos mayores piensan que la vejez es un período asexuado. Numerosas personas de edad en quienes es intenso el deseo sexual experimentan un sentimiento de culpabilidad y de vergüenza o incluso llegan a creerse anormales.”.)
El rechazo de la “sexualidad geriátrica” parece formar parte de un estereotipo cultural muy difundido y que pretende que las personas de edad son consideradas feas, débiles, desgraciadas e impotentes”. A ello contribuyen en gran medida los medios de comunicación de masas, especialmente el cine y la publicidad que presentan exclusivamente como objeto de deseo a personas jóvenes, bellas y perfectas.
Los adultos que quieren resultar atractivos deben intentar aparentar menos edad de la que tienen, deben estar en permanente estado de rejuvenecimiento. “lo viejo se ha convertido en sinónimo de lo feo, caduco e inservible, un mundo bien distante de lo que representa la juventud con su belleza, su dinamismo y su competitividad. (…) Vivimos una época en la que impera la estética de la imagen como reclamo de buen gusto. Es sorprendente comprobar que avanzamos hacia una sociedad en la que disimular la edad que se tiene es una de las mayores preocupaciones.
Con estos valores nos socializamos por lo que ya desde la infancia consideramos que los mayores son personas sin atractivo y sin la capacidad física y energía necesarias para llevar a cabo actividades sexuales. Sin embargo, mantener vigente la sexualidad es posible y sano, e implica afecto, compañía, ganas de vivir, contacto físico, buenas relaciones con los demás, autoafirmación. Negarse, a partir de una determinada edad, a la riqueza sensitiva y emocional de las relaciones sexuales, es aceptar un prejuicio social que ensalza la juventud y que niega a los mayores la posibilidad de goce.
MITOS Y ESTEREOTIPOS SOBRE LA SEXUALIDAD EN EL MAYOR
Hoy por hoy, existen muchos prejuicios, mitos y tabúes sobre la sexualidad de los mayores, incluso compartidos por profesionales que tratan con ancianos. Es común asociar conceptos negativos y resulta difícil expresar una idea positiva sobre la sexualidad en la vejez.
Los mitos pasan de generación en generación por vía oral y así son recordados y aprendidos con mayor facilidad lo que garantiza su cohesión y asegura su supervivencia. La base de estos mitos populares es que siguen desexualizando al mayor.
Debemos erradicar de los jóvenes y no tan jóvenes los mitos y las falacias que dominan actualmente nuestras mentes. Persisten muchos miedos y equivocaciones y tampoco las actuales generaciones españolas han recibido una correcta educación sexual. Se sigue confundiendo la capacidad sexual en términos cuantitativos y de rendimiento y no en calidad y desarrollo de expresión de la persona sexuada.
Algunos de los esteriotipos más frecuentes son:
- La menopausia es el fin de la sexualidad
La menopausia no tiene por qué llevar asociada una disminución en la satisfacción sexual, ya que las consecuencias asociadas a la disminución en la producción de estrógeno que conlleva una serie de trastornos pueden ser compensadas mediante un tratamiento apropiado. Si se produce una disminución real en la satisfacción sexual de las mujeres tras la menopausia esto se deberá con mayor frecuencia a las expectativas de poder mantenerlas que a los efectos físicos de la menopausia sobre el organismo. De hecho, algunas mujeres creen que disminuye su potencial de feminidad y de seducción.
Actualmente, se puede afirmar que la etapa menopáusica no debe ser motivo de preocupaciones para la mayoría de las mujeres, ya que el deseo sexual no cesa y pueden seguir creciendo. Las relaciones sexuales pueden seguir siendo las mismas, y en ocasiones mejores porque la mujer está liberada del miedo a un posible embarazo no deseado.
- El mito de la “Viuda alegre”
En muchas ocasiones una mujer mayor se considera “decente” si deja la sexualidad y no se interesa por el sexo cuando vive sola o ha enviudado. Sólo las mujeres frívolas se entregan a los placeres que ofrece la sexualidad a estas edades, cuando ya no se puede tener hijos, que era lo único que para muchos dignificaba el acto sexual. En las mujeres que envejecen, la falta de interés sexual es más bien una actitud defensiva contra las falsas creencias, que un efecto fisiológico.
- El mito del “Viejo Verde”
Los mayores ponen en duda la continuidad de sus relaciones sexuales porque la sociedad condena estas prácticas mediante chistes “Viejo verde con jovencita”, “Cada cosa a su edad”… Todo ello les obliga a ocultar esta dimensión tan importante de su personalidad por miedo al ridículo, al escándalo o al “que dirán” y también para no sentirse culpables de sus deseos.
La sociedad es muy cruel cuando clasifica a un anciano como “viejo verde” sólo porque mira con cierto deseo a una chica joven o le dice cualquier palabra provocativa.
- La emisión de esperma debilita y acelera la llegada de la vejez
Aunque esta creencia estuvo bastante extendida durante los siglos anteriores, ahora sabemos que es falsa. La emisión del esperma puede compararse con la pérdida de saliva cuando se escupe, y no produce efecto fisiológico alguno sobre ningún aspecto del funcionamiento humano.
- En la vejez se pierde el interés por el sexo
Es falso que a partir de los 50 años se pierda progresivamente el interés por el sexo. La actividad sexual suele mantenerse estable y satisfactoria en quien la venía manteniendo antes, aunque pueda disminuir algo la frecuencia del coito, una de sus manifestaciones. La capacidad de mantener durante muchos años más la actividad sexualidad depende sólo de dos factores: la salud física y mental, y la existencia de una pareja activa e interesada también en el sexo.
- La sexualidad se va agotando con el paso de los años
El potencial sexual es más vivo y vital cuanto más se ejercita. La regularidad de las relaciones sexuales constituye el mejor medio de conservar la potencia sexual hasta una edad avanzada. Se recomienda a los hombres y mujeres que prosigan regularmente la actividad sexual del tipo que sea porque es una de las mejores maneras de mantener viva esa dimensión en el ser humano. Cuanto más rica ha sido la sexualidad en las edades anteriores, mayores probabilidades hay de que la sexualidad adulta sea vivida hasta la edad avanzada.
- La única forma satisfactoria y aceptable de mantener relaciones sexuales es por medio del coito, culminando en el orgasmo
El coito forma parte del sexo, pero no tiene por qué ser el centro de toda actividad sexual. El anciano puede cubrir sus necesidades emocionales; tocar y ser tocado, abrazar y ser abrazado… por actividades sexuales que no siempre conducen al coito. La persona mayor debe encontrar los medios para satisfacer su necesidad sexual.
Hacer del orgasmo una meta es tan incorrecto como hacer del coito el centro. La sexualidad es placentera con orgasmo y sin él. La preocupación por lograrlo como algo imprescindible crea grandes tensiones.
- Lo ideal es una sexualidad fogosa y apasionada
Uno de los estereotipos es la monotonía y el aburrimiento, sea porque ya se ha descubierto todo, sea porque se ha perdido la fogosidad de antaño. No es la edad lo que genera monotonía o desinterés sexual, sino el permanecer atados, entre otras cosas, a un único clima erótico, negándonos, en consecuencia, la posibilidad de acceder a un placer igualmente intenso, en un clima de calma y serenidad.
- Se acepta que los hombres mayores busquen a mujeres más jóvenes como pareja sexual, pero resulta ridículo que mujeres mayores tengan relaciones sexuales con hombres más jóvenes
Socialmente es compartido el estereotipo de que las mujeres mayores no son ni sexualmente activas ni atractivas físicamente para los demás; por eso, los hombres suelen escoger para sus relaciones sexuales esporádicas o como pareja estable a mujeres jóvenes o con aspecto joven. Esto se debe a que la mujer ha sido considerada un objeto sexual pasivo para satisfacer las necesidades del hombre, y a que al envejecer, como la mujer se presupone que no tiene deseos sexuales, el hombre busca alguien nuevo y más joven.
La sociedad espera que la mujer tenga una imagen atractiva y joven para resultar deseable sexualmente a alguien. Estos estereotipos sobre la sexualidad femenina hacen que sea difícil que las mujeres mayores acepten plenamente su sexualidad.
- El único motivo que mueve a los ancianos a interesarse sexualmente por otra persona es el deseo de no estar solos
La sexualidad tiene muchas ventajas para las personas mayores, ya que les permite expresar pasión, afecto, admiración, lealtad y otras emociones positivas, muy necesarias para esta etapa de la vida. Pero esto no significa que la sexualidad se limite a cubrir la necesidad de no estar solos, ya que implica otros muchos aspectos de la personalidad humana, necesidades, sentimientos, deseos, expectativas, etc.
- Los ancianos no se masturban. Y los que lo hacen son unos desviados
La masturbación en la vejez se vive con más angustia y culpabilidad que en otras etapas de la vida, ya que además de la retahíla de prejuicios sociales al respecto, los mayores se sienten tremendamente ridículos y avergonzados por realizar una actividad sexual que consideran “infantil”.
La masturbación, en sí misma, no sólo nunca es mala o perjudicial, sino que existe una relación “inversamente proporcional” entre la existencia de disfunciones sexuales y el conocimiento aceptado del placer sexual que uno mismo se puede proporcionar.
- Las personas mayores son tan frágiles físicamente que la actividad sexual podría dañar su salud
Algunos de los mitos sexuales de nuestra cultura están motivados por el miedo a la muerte y a la enfermedad. El estereotipo plantea que si eres viejo, estás acabado y todo exceso te conducirá a la muerte. La vida sexual es un exceso, por lo tanto, es perjudicial para la salud a ciertas edades.
Muchos hombres y mujeres mayores creen que la actividad sexual puede perjudicar su salud. Ésta, es una de las ideas que más abundan en el grupo de personas mayores cuando piensan en la vivencia de la sexualidad.
La sexualidad fortalece la salud física y psíquica junto con un deporte equilibrado y una comida sana. Además, es curativa y alivia dolores provocados por otras dolencias. Los ancianos sexualmente activos, consumen menos sedantes, antidepresivos y medicamentos. Los estudiosos afirman que las relaciones sexuales alargan la vida, la hacen más agradable y al mismo tiempo fortalecen el yo y la autoestima de uno mismo.
- Los mayores que sufren enfermedades dejan de tener actividad sexual
La sexualidad como estamos viendo parece estar relacionada con la juventud, la belleza y la salud; pensamos que si falta alguna de estas cosas la relación sexual no se llevará a cabo. Podemos pensar que la presencia de alguna enfermedad puede dificultar la práctica sexual. Es cierto que determinadas enfermedades pueden limitarnos en posturas y comportamientos de la relación sexual. Pero esto no tiene necesariamente que ser así, ya que se pueden buscar nuevas posturas, actividades y momentos del día en los que el dolor disminuya y nos sintamos más cómodos en la relación sexual.
- Los ancianos no tienen necesidades, deseos ni intereses
Los mayores tienen deseos y necesidades sexuales al igual que los jóvenes y los adultos. Son seres sexuales en todas las etapas de su vida y seguirán siéndolo hasta la muerte. Aunque haya cambios, las personas mayores desean la intimidad y las caricias eróticas. Las personas mayores se desean como en años anteriores y ese deseo se transforma en expresión sexual de forma muy variada y rica.
La necesidad y la satisfacción sexual no desaparecen cuando envejecemos; lo que sucede es que a veces hay que reprimir los sentimientos de deseo porque no son aceptados por el mundo que nos rodea.
- El anciano no puede atraer a nadie por el hecho de ser anciano
El mundo consumista ha identificado la sexualidad con la belleza física. Esta falsa creencia fomenta en la persona longeva la idea equivocada de que el deseo sexual desaparece con la edad y hace del proceso de envejecimiento una etapa llena de ansiedades, angustias y malestares, produciendo como consecuencia el abandono de las formas de expresión sexual o todo tipo de disfunciones.
El miedo a no ser atractivos y deseados les hace incapaces de mantener relaciones sexuales completas y satisfactorias. Algunos adoptan una actitud casi obsesiva hacia la actividad sexual en un intento desesperado por demostrarse a sí mismos, que siguen siendo atractivos físicamente como en los años jóvenes de su vida.
La importancia del cuidado personal y del atractivo corporal como estimulantes del acto sexual no deben confundirse con la idea de que para gustar a la pareja es necesario contar con los atributos físicos de un joven, por lo tanto, no debe obsesionarnos hasta el punto de sentirnos culpables y asexuados si no se consigue el modelo de belleza que los medios de comunicación nos venden.
- La mayoría de los homosexuales mayores terminan solos y aislados
Los problemas que plantean los hombres homosexuales vienen dados más por el hecho de envejecer en sí que por la propia homosexualidad. Sin embargo, en algunos aspectos los homosexuales de más edad, poseen un bienestar psicológico mayor que los jóvenes; en realidad les preocupa menos manifestar su homosexualidad, poseen un autoconcepto más estable y se adaptan mejor a su situación social.
Además, muchos homosexuales tienen relaciones duraderas y solamente (como en los heterosexuales) para los que no han sabido crearse este tipo de relación habrá más posibilidad de que existan sentimientos de soledad y tristeza. También podrá darse entre los homosexuales que han perdido su pareja, ya que les puede resultar más difícil encontrar una nueva pareja estable, porque pueden sentirse aislados socialmente. En cualquier caso, se da más en gays que en lesbianas porque ellos valoran más el atractivo juvenil y tienen una menor esperanza de vida, y ellas están mejor aceptadas por las jóvenes de su círculo social y se preocupan menos por el envejecimiento físico.
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