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¿Conviene conocer a sus amigos? Colaboración en prensa de Belén Acevedo

La semana pasada nuestra colaboradora del Departamento de Atención Psicológica en la AdolescenciaBelén Acevedo Canto, intervino en un artículo de la revista Mía, con sus reflexiones sobre la conveniencia o no de conocer a los amigos de nuestros hijos.
¿Sabes con quién salen tus hijos, o prefieres no meterte en sus asuntos? ¿Cómo estar informada sin limitar su autonomía y, sobre todo, sin preocuparte demasiado? por Álex Izquierdo.
Aquí os dejamos el artículo completo…

¿Conviene conocer a sus amigos?

La respuesta es rotunda: sí. Pero no sólo es bueno estar al tanto de esta parcela de su vida, sino de la mayor parte posible, como sostiene Belén Acevedo, psicóloga de Cinteco: «Es importante tener la máxima información sobre nuestros hijos, y mucho más en una etapa como la adolescencia, de muchos cambios. Eso nos permitirá intervenir ante cualquier problema que pueda surgir». Sus cambios se justifican con una sola explicación: están a caballlo entre la infancia y la vida adulta, y ansían su autonomía para buscar su propia identidad. ¿Dónde? «Normalmente, en su grupo de iguales, con el que se van a identificar y dentro del cual se van a sentir integrados», dice la experta. ¿Resultado? Se distanciarán de sus padres para diferenciarse y el vínculo con los amigos que han elegido será más fuerte que nunca.

Ellos cambian, sus gustos también

«Es aconsejable que haya habido una base de comunicación entre el adolescente y sus padres desde la infancia. Todo lo que no se haya instaurado entonces, a partir de la adolescencia es mucha más complicado de realizar», comenta Acevedo. Pero aunque sepas con quién se ha relacionado siempre, con quién jugaba en el recreo del colegio y quién le gustó desde el parvulario, «al ir creciendo los intereses y motivaciones de los jóvenes, sus relaciones, pueden ir variando», explica la psicóloga.

Escucha, no te entrometas

¿Cómo saber con quién anda ahora, entonces? Es sencillo de explicar, aunque quizá te cueste un poco más llevarlo a cabo: interesándote, pero manteniéndote al margen. «Tenemos que escuchar intentando no opinar y no juzgar; porque si cuando nos  cuentan algo nosotros opinamos sobre lo que no nos gusta, decimos que lo hacen mal o que determinada gente no les conviene, su reacción automática va a ser la de cerrarse en banda, ocultarnos cosas y mentimos», opina. Sin embargo, afirma: «Si les dejamos hablar libremente, ellos van a ir soltándose y nos van a dar mucha información de por dónde andan. No se trata de acosarlos a preguntas tipo interrogatorio, sino más bien de estar receptivos cuando estén dispuestos a contamos».

¿Y si me preocupa su compañía?

En este momento de sus vidas, sus amigos son de lo más influyentes, y está bien que así sea, pues la socialización marcará su personalidad. «Eso sí, si creemos que algunos pueden ser perjudiciales», dice Acevedo, «podemos dar nuestra
opinión y razonar nuestra respuesta, pero siempre respetando su decisión de a quién han elegido ellos como amigos». De manera indirecta, puedes motivar actividades que le gusten y sean incompatibles con determinados grupos, pero siempre asumiendo que en la adolescencia «perdemos el control sobre ellos, pues toman sus propias decisiones, y nuestra opinión como adultos tiene escasa o nula relevancia para ellos».

«SI NO SON ADECUADOS, LO SABRÁN»

«No hay que tener tantos miedos con respecto a si los amigos de nuestros hijos son adecuados. Normalmente, son ellos mismos los que lo acaban
viendo. El que lo vivan y tomen sus decisiones frente a eso es muy valioso como aprendizaje; el que cometan sus propios errores y que aprendan de ellos es fundamental para su independencia y autonomia en la vida. Y que consigan ambas es el objetivo hacia el que los padres les debemos guiar.»

Si no les dejamos salir con ciertos amigos, o hablamos mal de ellos ante nuestros hijos, sólo lograremos que su relación se afiance.

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