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MANÍAS, RITUALES Y OBSESIONES: ¿COSAS DE NIÑOS?

El trastorno obsesivo-compulsivo en la infancia: Tratar o no tratar, ésa es la cuestión.
Por la Dra. Orlanda Varela, Psiquiatra del Departamento Infantil de CINTECO
Es difícil escribir sobre temas de niños. La precaución de no alarmar inútilmente a los padres y la de evitar a toda costa que niños con problemas leves entren en el entorno clínico, sean etiquetados y adquieran el rol de enfermos me acompaña a cada línea.
Sin embargo, me motiva una realidad: hay niños que viven su día a día con el sufrimiento y las dificultades causados por un trastorno poco conocido y que como media tarda al menos dos años en ser detectado y tratado. Es el Trastorno Obsesivo- Compulsivo (conocido por las siglas TOC).
Uno de los motivos principales por el que este problema no se detecta a tiempo es que TODOS HEMOS TENIDO ALGÚN SÍNTOMA OBSESIVO DURANTE LA INFANCIA: caminar sin pisar las líneas entre las baldosas, realizar un ritual más o menos complejo para poder dormirnos, pequeñas supersticiones para los exámenes o los partidos de deportes, coleccionar cosas más o menos inútiles, necesitar el pupitre ordenado de una forma determinada antes de empezar a estudiar, ser muy escrupuloso…
Sí, la necesidad de controlar el entorno y a nosotros mismos en nuestra interacción con él es una parte importante del desarrollo madurativo normal de nuestra infancia y adolescencia.

¿Cómo distinguir la obsesividad normal del trastorno (TOC)?

Pues, como casi siempre, es una cuestión de grado.
Se tiene en cuenta tanto el malestar que causa al niño como lo que llega a interferir en su vida cotidiana. En la mayoría de los casos tareas como el aseo personal, los deberes, vestirse, conciliar el sueño, se ven francamente alteradas. En el pasado se consideraba que si el niño invertía más de una hora al día en rituales, compulsiones, comprobaciones o manías de cualquier tipo, había una alta posibilidad de que sufriese un TOC.

¿Cuáles son los síntomas del Trastorno Obsesivo-Compulsivo?


Como el propio nombre indica, los síntomas principales son las obsesiones y las compulsiones.
El diagnóstico “oficial” se hace con los criterios internacionales de la clasificación de enfermedades DSM-IV TR. Y son los que siguen:

  1. Se cumple para las obsesiones y las compulsiones:
    Las obsesiones se definen por todas las siguientes características:

    1. pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan en algún momento del trastorno como intrusos e inapropiados y causan ansiedad o malestar significativos
    2. los pensamientos, impulsos o imágenes no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real
    3. la persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o bien intenta neutralizarlos mediante otros pensamientos o actos
    4. la persona reconoce que estos pensamientos, impulsos o imágenes obsesivos son el producto de su mente (y no vienen impuestos como en la inserción del pensamiento)

    Las compulsiones se definen por:

    1. comportamientos (p. ej., lavado de manos, puesta en orden de objetos, comprobaciones) o actos mentales (p. ej., rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter repetitivo, que el individuo se ve obligado a realizar en respuesta a una obsesión o con arreglo a ciertas reglas que debe seguir estrictamente
    2. el objetivo de estos comportamientos u operaciones mentales es la prevención o reducción del malestar o la prevención de algún acontecimiento o situación negativos; sin embargo, estos comportamientos u operaciones mentales o bien no están conectados de forma realista con aquello que pretenden neutralizar o prevenir o bien resultan claramente excesivos
  2. En algún momento del curso del trastorno la persona ha reconocido que estas obsesiones o compulsiones resultan excesivas o irracionales.
    Nota: Este punto no es aplicable en los niños.
  3. Las obsesiones o compulsiones provocan un malestar clínico significativo, representan una pérdida de tiempo (suponen más de 1 hora al día) o interfieren marcadamente con la rutina diaria del individuo, sus relaciones laborales (o académicas) o su vida social.
  4. Si hay otro trastorno, el contenido de las obsesiones o compulsiones no se limita a él (p. ej., preocupaciones por la comida en un trastorno alimentario, preocupación por las drogas en un trastorno por consumo de sustancias, preocupación por estar padeciendo una grave enfermedad en la hipocondría…).
  5. El trastorno no se debe a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o de una enfermedad médica.

El trastorno, ¿tiene manifestaciones especiales o distintas en la infancia?

Sí, aunque no tan distintas.

  • Los temas obsesivos de la infancia tienen que ver con las preocupaciones de esa etapa: la muerte de los padres, los robos o agresiones, los contagios, el sexo como algo prohibido y a veces pensamientos de tipo religioso.
  • Los niños más que los mayores a veces no se dan cuenta de que estas preocupaciones no son racionales y no son capaces de criticarlas, las creen totalmente (p. ej. que alguien puede entrar a robar por la ventana en un décimo piso).
  • Con mucha frecuencia, pedirán a los padres que participen de sus compulsiones o rituales para alejar así el temor. Por ejemplo, que si mamá les da un beso en una mejilla, tiene que dárselo a continuación en la otra “para que no pase nada malo, por la manía de la simetría”.
  • Las compulsiones en los niños no siempre se corresponden con una obsesión “racional”. A veces no hay una justificación subjetiva, sino que el niño debe llevar a cabo el comportamiento un número determinado de veces o con cierta simetría (por ejemplo, debe entrar en la habitación con la pierna derecha y volver a entrar con la izquierda) sólo porque “se siente mejor” o “porque no se queda bien si no lo hace”.
  • En la infancia la aparición de tics nerviosos asociados es más frecuente que en la edad adulta.

¿Cuándo preocuparse por la posibilidad de que nuestro hijo sufra un TOC? ¿Hay pistas para detectarlo?

Algunos comportamientos que pueden indicar la existencia de un TOC son:

  • Pasar demasiado tiempo haciendo los deberes por un excesivo perfeccionismo: necesidad de repetir un ejercicio entero por un error sin importancia, tendencia a arrancar y repetir hojas completas del cuaderno, borrar continuamente, repasar con el lápiz o el boli letras o palabras…
  • Tener una preocupación excesiva con los gérmenes o la limpieza: incapacidad para ir al aseo en ningún lugar público, tener kilos de colada porque el niño no quiere ponerse la ropa dos veces o usar la toalla una segunda vez, gastar demasiado papel higiénico para limpiarse compulsivamente…
  • Necesitar rituales larguísimos y complicados a la hora de irse a la cama: el pis (incluso necesitando ir de nuevo si se levanta para cualquier cosa), el agua, el beso a mamá y papá, los muñecos en una posición exacta, las mantas… Con frecuencia cualquier “fallo” hace necesario volver a empezar desde el principio otra vez.
  • Necesidad excesiva de ser tranquilizado, comprobando varias veces que todo está bien, demandando continuamente a papá y mamá que repitan determinadas frases tranquilizadoras o respondan a preguntas sobre miedos.

¿Cuándo se debe tratar?

Los síntomas obsesivos aislados o leves, que no causan malestar ni interfieren con las rutinas cotidianas NO NECESITAN TRATAMIENTO.
El malestar en los niños se manifiesta a veces en la forma de vergüenza y de temor a estar volviéndose loco.
Cuando las compulsiones son motoras y el niño se siente obligado a hacer cosas que a los demás les resultan extrañas como “hacer movimientos de gimnasia”, tocarse una mano y la otra un número concreto de veces… para ahuyentar algún temor… los niños son conscientes de que parecen “raros” y pueden llegar a evitar las situaciones sociales sintiéndose cada vez más aislados.
Es muy frecuente que el problema afecte al rendimiento escolar e incluso que se confunda a veces con un problema de atención porque las compulsiones se confundan con actos impulsivos y los comportamientos motores se interpreten como dificultad para estar quietos.
El niño parece “en su mundo” porque su mente está ocupada con las obsesiones y le cuesta mucho concentrarse.

¿Cómo se trata? ¿Cuál es el tratamiento ideal?

En los casos más leves, en los que el malestar del niño no sea muy intenso y la interferencia con las actividades cotidianas sea leve o limitada a funciones no tan básicas, la primera opción debe ser la PSICOTERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL que ayudará al niño a aprender a evitar las compulsiones y rituales sin sufrir tanta ansiedad.
Las técnicas más útiles son las de exposición con prevención de respuesta, reversión del hábito y el entrenamiento en el manejo de la ansiedad.
En aquellos casos en que el malestar sea intenso y esté limitando mucho la vida del niño (problemas serios de insomnio, afectación de la vida social, dificultades graves para el aseo o la alimentación, problemas de concentración…), el tratamiento debe ser COMBINADO: psicoterapia y medicación.
La medicación aprobada en el TOC infantil son los ISRS un tipo de fármacos no adictivos ni sedativos que se usan en el control de la ansiedad. Lo ideal es que este tipo de tratamiento lo indique y supervise un psiquiatra con experiencia en el área infantil.
En CINTECO psiquiatras y psicólogos trabajamos desde hace décadas en la atención a niños que se enfrentan con las dificultades de un trastorno obsesivo-compulsivo. El trabajo en equipo permite coordinar esfuerzos y reducir así tanto la medicación (en los casos en los que es necesaria) como la duración de la terapia, al optimizar resultados.

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