ALTERACIONES NEUROPSICOLÓGICAS Y EMOCIONALES EN CASO DE ICTUS (2ª parte):
Las alteraciones cognitivo-conductuales y psicosociales que presentan muchas de las personas que han sufrido un ACV les impiden llevar la misma vida familiar, social y profesional que desarrollaban anteriormente, interfiriendo negativamente en el proceso de rehabilitación, en la realización de las actividades de la vida diaria, en la participación del individuo en la sociedad y en la calidad de vida del paciente y la familia.
Como dijimos en el artículo anterior, las alteraciones que pueden aparecer van a depender de la zona, duración e intensidad del daño (ver documento adjunto).
Antes de comenzar a describir estas alteraciones y trastornos, es importante aclarar que pueden aparecer también por otras causas, de tal manera que la relación Ictus-alteraciones neuropsicológicas no es bidireccional.
ALTERACIONES COGNITIVAS:
Los diferentes problemas a nivel cognitivo que podemos encontrarnos pueden estar relacionados con las siguientes áreas:
Atención: Incapacidad para la detección, focalización y mantenimiento del nivel de vigilacia; distractibilidad; disminución de la capacidad y velocidad de procesamiento de la información; problemas para prestar atención de manera simultánea o sucesiva a los estímulos. Es importante evaluar atención sostenida, selectiva, dividida, alternante, velocidad de procesamiento y control mental. Las dificultades de atención están relacionadas con lesiones del lóbulo frontal.
Especial interés merece un síndrome que actualmente se considera un problema de atención y que por ese motivo describo en este apartado. Se trata del Síndrome de negligencia que implica la incapacidad de un paciente para atender, orientarse, representar o responder a los estímulos situados en el hemicampo contralateral al lado de la lesión cerebral en ausencia de déficit sensorial o motor que pueda explicarlo (Heilman et al., 1993). Ignoran de forma selectiva todo lo que sucede sobre el lado afectado (actualmente se considera un problema de atención, por eso la importancia de hablar y estimular al paciente desde el lado afectado, intentando que tome conciencia de que existe ese hemicampo). Al tratarse de un síndrome que aparece especialmente en lesiones parietales derechas, se habla del Síndrome de heminegligencia izquierda.
Este sería un ejemplo de cómo una persona con heminegligencia copia unos dibujos. Vemos cómo este paciente se olvida por completo de la parte izquierda del dibujo.
Un 25% de los pacientes con ictus agudos presentan negligencia y supone un factor de mal pronóstico en cuanto a la recuperación funcional. Algunas pautas de intervención para trabajar con estos pacientes serían, según lo propuesto por Mark, 2002:
- Entrenamiento intensivo dirigido a la exploración sistemática del lado izquierdo por parte del paciente (a la hora de dirigirnos al paciente, debemos hacerlo por el lado afecto para estimular y que tome conciencia de ese lado).
- Estimulación-orientación sensitiva y motora hacia el lado izquierdo (utilizar estrategias que mejoren la búsqueda visual en el espacio).
- Bloquear la información que llega al ojo derecho, uso de primas.
- Estimulación vestibular.
- Estimulación eléctrica transcutánea.
- Fármacos
En muchos casos hay que realizar modificaciones ambientales en el domicilio para facilitar el contacto con el entorno. Las técnicas de compensación son importantes.
Cualquier intervención terapéutica debe tener en cuenta tres conceptos básicos sobre los que poder trabajar las habilidades atencionales:
- Estímulos ambientales (iluminación, mobiliario, temperatura, ruidos…). Una vez el ambiente esté controlado y la persona pueda centrarse únicamente en la tarea, podemos ir introduciendo poco a poco y bajo control, estímulos distractores (empezando por los más irrelevantes para la persona) hasta conseguir un ambiente normalizado.
- Complejidad de la tarea: debemos ser capaces de graduar la tarea en función de los objetivos propuestos y del tipo y severidad de los déficits de cada paciente. Es importante mantener a la persona activada, asegurándonos de un nivel correcto de estimulación y aproximación cognitiva.
- Aproximación cognitiva: es importante graduar la presentación de estímulos, de tal manera que al principio se usen objetos que puedan ser manipulados por la persona para, gradualmente, ir presentando estímulos no tangibles como las instrucciones verbales (aumentar la abstracción de la tarea).
No podemos olvidar:
- Establecer períodos de descanso durante la actividad.
- Reducir la cantidad de información que ofrecemos a la persona así como la velocidad con que se presenta dicha información (simplificar instrucciones).
- Proporcionar ayudas verbales para facilitar la focalización en la tarea.
- Permitir el tiempo necesario para que finalice la actividad, para evitar la ansiedad y frustración que supone la presión del tiempo.
- Entrenar al paciente a preguntar y comentar sobre la tarea para mantener el interés y la atención.
- Variar las actividades para mantener el interés.
- Entrenar al paciente para que identifique los signos de fatiga y pueda actuar para reducirla.
- Graduar el nivel de dificultad de las tareas para que el resultado no esté condicionado por la fatiga (las más sencillas para el final).
- El uso de técnicas conductuales (sistemas de fichas, feedback, etc) también son de ayuda a la hora de intervenir sobre los problemas de atención.
Memoria: Incapacidad o dificultad para el registro, mantenimiento, consolidación, recuerdo y/o recuperación de la información. Dificultades para el aprendizaje y adquisición de nueva información. Debemos valorar la capacidad de aprendizaje y memoria, la memoria visual y la auditiva-verbal (para poder trabajar posteriormente las estrategias más eficaces para la personas).
Los diferentes procedimientos que se pueden utilizar para trabajar los problemas de memoria hacen referencia a:
- Ayudas externas (agendas, alarmas, calendarios, planos, diarios, etiquetas, etc): en muchas ocasiones evitan los problemas que afectan al funcionamiento diario. Tenemos aquellas ayudas encaminadas a la adaptación del entorno, las que nos facilitan un acceso a la información almacenada previamente y aquellas ayudas que facilitan el almacenamiento o consultar de la información (agendas).
- Estrategias mnemotécnicas: que favorezcan la asociación y organización de los elementos, y el procesamiento más profundo de la información. Pueden ser:
- Verbales o visuales. Es importante estudiar bien la zona lesionada (sobre todo en aquellos ACV localizados) ya que el hemisferio derecho tiene más implicación en el procesamiento de imágenes visuales y el izquierdo predomina en el procesamiento verbal; de tal manera que utilizaremos aquellas estrategias que activen el hemisferio no dañado por el ACV.
- Procesamiento superficial o profundo: existiendo amplia evidencia que indica que las estrategias más eficaces son las que favorecen la organización del material.
- Utilización de los sistemas de memoria preservados: para tratar de compensar, en parte, las consecuencias de los déficits de memoria de los pacientes.
No podemos olvidar:
- Reducir la cantidad de información que hay que recordar.
- Presentar el material de una forma lógica y estructurada.
- Reducir el intervalo de demora entre la presentación y el recuerdo.
- Crear una rutina diaria que englobe las principales actividades del día.
Lenguaje: alteraciones adquiridas que pueden afectar a toda la capacidad lingüística o a áreas concretas (denominación, repetición, comprensión, etc). Son características las afasias (Wernicke, Broca, Nominal, Transcortical, de Conducción). Se conoce también la alexia, agrafía y acalculia. El 34% de los pacientes que padecen un ictus presentan una afasia en la fase aguda y al cabo de un año, dos tercios de estos pacientes mantienen algún defecto del lenguaje. Afasia y depresión están muy relacionados (tres meses y un año después del ictus, el 70% y el 62% de los afásicos cumplen criterios de depresión).
Es importante explorar estas áreas: Habla espontánea, denominación, compresión auditiva, repetición, lectura, escritura. El profesional especializado en estas alteraciones es el logopeda.
Algunas pautas que podemos tener en cuenta cuando trabajamos con una persona con problemas de comunicación/lenguaje son:
- Simplificar el lenguaje a través del uso de oraciones cortas y sin complicaciones.
- Incluirla en las conversaciones y estimularle para que hable o se comunique a través de cualquier medio (pictogrmas, gestos, etc), dándole el tiempo necesario para hacerlo.
- Prestar atención a los elementos comunicativos no verbales.
- Mirar a la cara del paciente y hacer que mire a quien habla
- Centrar la atención del paciente en lo que se va a hablar
Praxias: Se produce una incapacidad para realizar movimientos aprendidos, secuenciados y coordinados dirigidos a un fin que no puede ser explicada por alteraciones elementales sensitivas o motoras. El déficit puede implicar planificación, secuenciación o ejecución del movimiento. Incapacidad en la captación, estructuración y manejo del espacio (apraxias ideacionales, ideomotoras, visuoconstructivas y del vestido). La intervención iría encaminada a que los pacientes vuelvan a automatizar los pasos a seguir al realizar las tareas; es importante empezar por actividades sencillas, descomponerlas e ir reforzando mediante la repetición hasta que la persona los vaya integrando de nuevo.
Percepción: a pesar de que hay una gran variedad de déficit, los más significativos y comunes son:
- Alteración de la imagen corporal: dificultades para percibir la localización y la relación de las partes del cuerpo; dichas alteraciones afectan al movimiento voluntario y ejecución de la tarea ya que suponen la falta de conciencia de una parte del cuerpo (anosognosia).
- Déficits espaciales: incapacidad para manejar conceptos como arriba, abajo, detrás, etc.En muchos casos hay que realizar modificaciones ambientales en el domicilio para facilitar el contacto con el entorno. Las técnicas de compensación son importantes.
- Agnosia que supone la incapacidad de identificación, reconocimiento e integración de la información que no dependen de alteraciones elementales perceptivas. Dependiendo de la modalidad la agnosia puede ser sensorial (agnosia visual, ceguera cortical, agnosia auditiva, amusias, sordera cortical, agnosia digital), espacial (de la propia persona y del entorno) y de los símbolos abstractos (habla, escritura, lectura). Uno de los déficits visuales más comunes es la hemianopsia (incapacidad de ver parte de su campo visual mientras dirige la mirada directamente hacia delante).
Funciones Ejecutivas: la alteración de las FFEE da lugar a la aparición de varios trastornos que suponen la incapacidad para llevar a cabo tareas de planificación, control, inhibición o flexibilización de la conducta; alteración en la capacidad para identificar las dificultades, cambiar el punto de vista y ser capaces de controlar y evaluar su propia conducta o establecer metas realistas (falta de conciencia de los déficits); problemas de orientación, secuenciación temporal y control del movimiento. Las FFEE intervienen también en lo que más adelante describiremos como síndromes frontales que implican una alteración del comportamiento social, abandono en el cuidado personal, falta de autocrítica, indiferencia al entorno y al refuerzo, alteración de la personalidad, falta de control emocional.
La intervención en funciones ejecutivas va encaminada a la realización de actividades en las que la persona tenga oportunidades para que inicie, planifique y consiga un objetivo. Hay que tener en cuenta que en muchos casos la persona no es consciente de sus limitaciones.
– Intentar que la persona afectada vaya afrontando de forma progresiva sus dificultades, comenzando por las que para él son más evidentes; mostrarle los problemas que presenta en las actividades sin presionarle.
– Permitir que realice actividades/situaciones aunque estemos seguros de que no va a poder realizarlas con éxito (siempre que no resulten peligrosas) para que vaya siendo consciente de las limitaciones.
– Dar un feedback de los resultados de las pruebas/informes que se realicen.
– En muchos casos funciona la inclusión en grupos de ayuda con otras personas afectadas pero en diferentes niveles de recuperación y por tanto de conciencia de enfermedad y limitaciones.
Demencia: la aparición de un ACV en un momento determinado tiene también como consecuencia en algunos de los casos, la aparición de demencia vascular/multiinfarto. Se calcula que el 25-50% de los ACV desarrolla una demencia por infartos múltiples, infartos extensos o infarto único estratégico. El deterioro suele ser escalonado, con presencia de signos y síntomas neurológicos focales, posible recuperación parcial y agravamiento tras un nuevo ACV. Otra enfermedad relacionada con factores vasculares y que conlleva la aparición de demencia es la enfermedad de Binswanger, siendo la causa más frecuente la aparición de hipertensión arterial de larga evolución.
ALTERACIONES EMOCIONALES Y CONDUCTUALES:
Depresión: la depresión post ictus es muy común y no siempre es tratada., interfiriendo en la rehabilitación, en las capacidades cognitivas, en la integración social y en la familia. La incidencia de depresión más alta es al mes de evolución (22-37%). El riesgo es mayor si la persona es mujer, tiene historia de depresión o patología psiquiátrica previa, aislamiento social, deficiencia funcional y deficiencia cognitiva. Puede manifestarse por sentimientos de tristeza o aislamiento, llanto, irritabilidad, trastornos del sueño e indiferencia hacia la terapia; el paciente tiende a rehusar toda actividad. Es importante mantener una vía de comunicación y permitirle expresar cómo se siente.
Ansiedad: segundo trastorno afectivo más frecuente en estos pacientes. Frecuentemente se encuentra asociada a la depresión. La aparición de ansiedad es de mal pronóstico por su curso crónico, con persistencia hasta en el 74% de los casos a los dos años del ictus. Suele estar relacionada con el cambio o amenaza en el estado de salud, los patrones de interacción, cambio de rol, etc.
En ambos casos el tratamiento farmacológico así como el psicológico son fundamentales. No podemos olvidar trabajar en estos casos:
– Baja autoestima situacional relacionada con el deterioro funcional y el cambio de rol social (expresiones de desesperanza, inutilidad y verbalizaciones negativas de uno mismo):
– Aumentar el afrontamiento: valorar el impacto de la situación vital del paciente, valorar la comprensión del paciente del proceso de enfermedad (conciencia de enfermedad), manejar los sentimientos de impotencia alentando actitudes de esperanza realista, favorecer un dominio gradual de la situación, contacto con otras personas o grupos que hayan pasado por la misma experiencia con éxito, facilitar las manifestación de sentimientos, miedos, etc.
– Potenciar la autoestima: identificar virtudes, mostrar confianza en la capacidad del paciente, ayudar a establecer objetivos realistas y reexaminar las percepciones negativas que tenga de sí mismo.
– Disminución de la ansiedad: establecer las expectativas del paciente, proporcionar información objetiva sobre el tratamiento y pronóstico, entrenar en el uso de técnicas de relajación, determinar la capacidad de toma de decisiones del paciente.
Apatía: pérdida de interés, ausencia de reacciones emocionales, falta de iniciativa física y disminución en las respuestas motoras
Labilidad emocional: Si el ictus se ha sufrido en varias zonas del cerebro, se pueden tener problemas de control emocional (de pronto pueden echarse a reír a carcajadas y momentos después llorar desconsoladamente). Se presenta en el 11 al 34% de las personas con ACV. Estas expresiones, pueden reflejar exageradamente los sentimientos reales del paciente en algunos momentos, pero en otros, son por completo ajenas a cómo se siente realmente y a la situación que están viviendo en ese momento.
En este apartado toman importancia los síndromes frontales que pueden aparecer como consecuencia de un ictus y suponen una alteración en la regulación de la conducta y emoción. Destacamos:
– Síndrome orbitofrontal: presencia de síntomas relacionados con la desinhibición conductual (impulsividad, conducta social –falta de empatía-, conducta sexual inapropiada, falta de autocontrol, irritabilidad, labilidad emocional hiperoralidad). Relacionado con problemas de memoria
– Síndrome prefrontal dorsolateral: caracterizado por la presencia de trastornos de las funciones ejecutivas, alteración de la programación motora, irritabilidad y apatía, bradipsiquia, perseveraciones, inhibición conductual, falta de aseo o abandono personal.
– Síndrome mesiofrontal: caracterizado por la apatía, falta de motivación y voluntad. Existe pérdida de espontaneidad o iniciativa, reducción de la fluencia verbal y de la conducta motora.
Vemos así que todas las secuelas neuropsicológicas y emocionales se merecen, al igual que las secuelas físicas, una buena evaluación neuropsicológica y la elaboración de un programa de intervención, sin olvidar el papel fundamental que juegan los familiares y/o cuidadores a los que sin duda, también hay que prestarles un apoyo psicológico en muchos casos para ayudarles a comprender y manejar todas estas alteraciones.
Normalmente, los pacientes una vez que reciben el alta del hospital, continúan su rehabilitación en centros sociosanitarios – de convalecencia o incluso en el propio domicilio; sin embargo, estos apoyos suelen tardar un tiempo hasta que se consiguen y/o tienen una duración determinada, propiciando una interrupción en el tratamiento rehabilitador que puede ser perjudicial para el afectado (no podemos olvidar que el riesgo de un nuevo ictus durante el primer año es del 12-14% y del 20-25% durante los cinco primeros años).