Desde la sección de Sociedad del periódico El Mundo nos sugieren este concepto casi contradictorio que hace referencia al bienestar y sus posibles efectos negativos, a partir de ahí surge la siguiente reflexión que ha sido recogida en el artículo del mismo nombre que podéis leer en este enlace «La tiranía del bienestar»
…»Vivimos en la sociedad de la “excelencia”, la sociedad de los resultados que nos permite disfrutar poco o nada de los procesos. La sociedad de los ritmos frenéticos que no entiende de contemplación porque nos lleva corriendo a nuestra sesión de mindfulness. El problema no es que nos animen a cuidarnos, es evidente que cuidar de nuestro organismo favorece el concepto integral de salud y bienestar. El problema es que debemos hacerlo “perfecto” algo así como un “Grado Universitario” de la Salud con asignaturas como alimentación ortoréxica, ejercicio físico intenso, inteligencia emocional, abstinencia a cualquier tipo de tóxicos y otros créditos que deberemos defender con nota si no queremos caer en el saco de los apestados por el estigma de la imperfección. Se nos traslada la responsabilidad y lo que es peor, la culpa, de no ser suficientemente sanos, delgados, atléticos, guapos y emocionalmente estables sin tener en consideración las variables individuales, el yo sin mis circunstancias que dejaría obsoleto a Ortega y Gasset. La culpa como mecanismo de control de la conducta, la culpa que empodera a quienes pueden rescatarnos de nuestros errores a través de dietas milagrosas, zumos detox y siropes de arce, la culpa que sostiene una potente red mercantilista de productos saludables.
Cuidarse es quererse, es reducir la velocidad de todo lo que hacemos para darnos así más cuenta de la propia vida. Cuidarse es contemplar y deshacerse de todo lo que nos limita, incluida la propia presión de cuidarnos. Cuidarse es pensar en alguien más que nosotros mismos porque “ayudar ayuda”. Todo ello sin estridencias, sin aprobados ni suspensos, como casi todo en la vida con medida, sentido común y afecto»…